miércoles, 8 de abril de 2009

Trabajo en equipo

Viene a mi memoria un artículo que escribí durante la Olimpida de Pekín y al que no di salida en su momento. Ahora que quiero hablaros sobre el trabajo en equipo, creo que es buen momento:


EL CICLISMO, UN DEPORTE EN EL QUE MIRARSE

Ayer ganó un Tour y hoy trabajando para otro,…Ayer estrella, hoy peón.

Carlos Sastre, más de una década esperando para alcanzar la gloria. Durante años fiel escudero de grandes ciclistas (Jalabert, Olano, Beloki, Hamilton, Basso) para, en el ocaso de su carrera, deslumbrar al mundo ganando un Tour en el que todos le daban como aspirante, pero pocos hubiéramos firmado su victoria.

Y, 15 días después de esa gran hazaña, aparece convertido en el máximo valedor en la exhibición de Samuel Sánchez, ¡campeón olímpico!, un “pata negra” al que pocos concedían opciones, pero que lleva años desde el anonimato, flirteando con la élite del ciclismo mundial.

El ciclismo no es como otros deportes, en los que cuando el equipo alcanza el éxito, dicho éxito es recompensado a nivel general mediante una medalla o un título cuya posesión corresponde a cada uno de los miembros del equipo.

El ciclismo no es así. Un deporte en el que el trabajo en equipo alcanza su expresión máxima, recompensa sin medalla o sin título a aquellos que no pasaron la meta el primero, pero que trabajaron hasta la extenuación para que un compañero la pasara.

La victoria de Samuel en la Olimpiada de Pekín es un ejemplo. Contador, todo un campeón del Tour y del Giro, ni siquiera pudo llegar a meta debido a que se había dejado sus fuerzas trabajando para sus compañeros de selección. Carlos Sastre llegó a más de 6 minutos después de trabajar incansablemente para otros (como otros trabajaron en el Tour para él), cuando si hubiera perseguido el interés propio, seguro que hubiera estado con los primeros (demostró un estado de forma espléndido). Alejandro Valverde, máximo favorito junto con Bettini, aprovechó su condición de referencia para el resto de favoritos, para realizar una labor de contención, viendo como otros se quedaban a su estela vigilando sus movimientos mientras Samuel caminaba con paso firma hacia la gloria. Esta vez el gran Freire debido a sus problemas físicos quedó en un segundo plano.


Como vemos, todo un trabajo de equipo magníficamente rematado por uno de los miembros del mismo, que será el que aparecerá para la posteridad reflejado en el medallero, mientras que al resto solo le quedará la satisfacción de haber sido una pieza vital a la hora de construir la victoria y a lo mejor el reconocimiento de los seguidores, que tal vez no tardarán mucho en olvidarse de su gran trabajo.

El ciclismo se muestra una vez más como un deporte en el que el trabajo de equipo llega a su máxima expresión y en el que la humildad y sacrificio de la mayoría lo convierten en un espejo en el que mirarse y querer aprender para otros deportes, como el baloncesto.

Es un ejemplo a dar para nuestros jóvenes baloncestistas que practican una disciplina en la que la colaboración y la cooperación resultan indispensables, pero en las que los egoísmos e individualismos suelen aparecer, frustrando la consecución de lo que debería ser el objetivo aglutinador para todos lo integrantes, aunque individualmente, es lógico, cada persona pueda tener sus propios objetivos secundarios.

En el baloncesto, sin la colaboración de otros, es difícil alcanzar el éxito. Solo con su colaboración seremos capaces de intentar luchar por algo que redundará en el beneficio propio, pero a buen seguro también en el del resto.

Jordan decía que cuando algunos de los jugadores de un equipo no están dispuestos a sacrificarse por el bien del equipo, curiosamente, las metas individuales se convierten en más difíciles de alcanzar. Decía que “si los objetivos se conciben y logran como equipo, las carreras individuales destacarán por sí mismas”.


En el ciclismo no creo que siempre sea así. Por eso me he querido acordar de ese deporte que tanto nos puede ayudar por sus numerosos ejemplos para dar a nuestros jóvenes baloncestistas, aunque haya en él muchos anónimos que nunca alcanzará más que pequeño reconocimiento de aquellos para los que trabajó y el anonimato para el resto.

He aquí mi pequeño homenaje a un deporte que tiene tramposos (pocos), como hay en todos los deportes, a los que afortunadamente se les suele pillar, pero que es mucho más que eso (aunque a veces sea lo que más nos muestran los medios). Es ante todo, un deporte en el que mirarse…



Lástima que menos de dos meses después, en el Campeonato del Mundo de Varese, las palabras del seleccionador español, Paco Antequera, al finalizar la prueba: "Hemos hecho el ridículo", no hicieran sino constatar que las cosas, aunque las tengas, se pierden si no las cuidas. Y cuanto más valor tienen, mayor esfuerzo a la hora de cuidarlas requieren, pues mayor es el valor de lo que pierdes.