viernes, 25 de diciembre de 2009

Proponerse retos. Buscar la excelencia

MI AMIGO PABLO

Tengo un amigo que se llama Pablo. Un día decidió competir. Decidió luchar, decidió intentar ser mejor que los mejores. Jugaba en un equipo, con Mike y Danko. Apostó con ellos, soñó.

Decidieron ver quién era capaz de meter más triples seguidos a lo largo de la temporada (claro, jugaban al baloncesto, pero esto es lo de menos…). ¡Qué ambicioso mi amigo Pablo! Con lo buenos que eran Mike y Danko…

“Ganó Danko, creo que metió 44. Y Mike 41. Yo me quedé en treinta y pico”. Yo estoy seguro de que se acuerda de cuentos metió…pero creo que se avergüenza de decirme el número, le parecen pocos…y a mi me parecen un montón ¡Treinta y pico no los mete un cualquiera, solo un grande!

Claro que mi amigo Pablo no luchaba contra Mike ni contra Danko…en verdad mi amigo Pablo luchaba contra Pablo, contra si mismo, contra su capacidad de mejora. Luchaba por ser cada día un poquito mejor, porque cuando mejoras un poco cada día, todos los días, al final siempre serás mucho mejor que al principio, con independencia de que los haya mejores, como Mike y Danko lo eran. Porque lo eran. Pero cuando aspiras a llegar a lo más alto, al final marcas una tendencia, que, con independencia de los logros concretos, te lleva por la senda de la excelencia.

Porque es sin duda lo que él buscaba, “la excelencia”. Bonita palabra, muy usada, de moda en el mundo empresarial y que genera atracción. Buscar la excelencia es soñar con un futuro mejor, pensar en grande, recorrer el camino con ambición, sin miedo, sin temor a no alcanzar la meta que persigues, pues lo que deseas es disfrutar de ese camino que te has preocupado que sea especial y de, al recorrerlo, ir acompañado de los mejores y poder crecer con ellos, como hacía mi amigo Pablo.

La excelencia no es algo de un día. Es algo del día a día, que se consigue con buena compañía, tratando de rodearse de auténticos profesionales del compromiso, no teniendo miedo a la competencia, sino creciendo con ella, utilizándola como fuente de inspiración para la mejora. No hay que tener miedo a que alguien ocupe tu puesto, hay que disfrutar de estar con gente que mejore tus capacitaciones y aspirar a aprender de ellos y utilizarlos como motores para generar esa autoexigencia necesaria para la mejora continua.


"No intento bailar mejor que nadie. Sólo trato de bailar mejor que yo mismo". MIKHAIL BARYSHNIKOV. Frase extraída de www.jgbasket.com

martes, 1 de diciembre de 2009

La responsabilidad de asumir la responsabilidad

En el mundo de la empresa no siempre aparecen adecuadamente acotadas las responsabilidades de cada uno. Ante esto es fácil (viene reflejado en la naturaleza humana) querer apuntarse la autoría en “las victorias” y eludir la misma en “las derrotas”. Cuando no está definida la cuota de responsabilidad de cada uno, el que esta crezca o disminuya depende de la personalidad de cada uno y de cómo estamos de preparados para asumir el resultado.

Asumir responsabilidad ante el mal resultado puede ser interpretado como una muestra de debilidad, pero también de compromiso, fiabilidad y honradez. Si cuando las cosas marchan mal no me escondo, muestro valentía y credibilidad. Demuestro tener en mi mano la capacidad para reorientar las cosas, para salir adelante. Demuestro tener capacidad para asumir liderazgo.

Si me hago responsable del resultado, asumo mi capacidad para el cambio. Esto me da la tranquilidad de saber que tengo en mis manos una poderosa fuerza de cambio.

No busquemos excusas, demos soluciones. No busquemos culpable, asumamos la mayor cuota de responsabilidad que honradamente creamos que podemos y debemos asumir. No miremos hacia fuera, mirémonos a nosotros mismos a un espejo, el de la autocrítica, que va unida al crecimiento personal.

Creceremos y nuestra empresa crecerá con nosotros. Seremos líderes, aunque no seamos jefes. Seremos maestros, aunque no seamos profesores.