miércoles, 8 de febrero de 2017

Reflexiones del momento, en pocos segundos

Destruir casi siempre fue más sencillo que construir. Grandes obras que llevaron mucho tiempo levantar es fácil verlas derrumbarse en segundos. Algunos hablarán de lo bellas que eran. Otros aprovecharán su grandeza para fijar sus críticas en lo desorientado y equivocado del proyecto. 

Cada uno tenemos una opinión. ¿Quién está en posesión de la verdad? No habrá juicio que de una sentencia firme. Lo que para mí si es obvio es que la mejor obra del mundo también tiene sus errores, sus defectos. ¿En qué te quieres fijar? ¿En ese pequeño desperfecto o en la grandeza del resto? El que se sienta cómodamente en un banco de la barrera a ver como otros se mojan cuando llueve y sudan cuando hace calor, desde su posición privilegiada, que no envidiada, puede elegir qué gafas se pondrá para observar. Las hay de muchos tipos. La dignidad humana nos debería llevar a saber reconocer el esfuerzo del que se ha puesto el mono de trabajo y trabaja con ilusión y esfuerzo, aunque la obra pueda no ser la que tú esperabas. ¿A caso alguien te ha dado a ti el título de juzgador diestro? ¿Eres tú el indicado para opinar sobre esa obra? ¿Sabes tú los materiales y el presupuesto del que se disponía? Seguramente lo que mejor catalogue a esa persona sea la ignorancia.

Para alcanzar el éxito hay que cruzar el río y mojarse, pero unas veces te llevará la corriente y otras no. ¡Ni los mejores ganan siempre! Además, quien dijo que la victoria fuera el éxito. Las cosas que realmente merecen la pena no pueden ser obvias. Los que juzgan con las gafas de la crítica envidiosa, el odio y la destrucción suelen fijarse en la obvio. Pobrecitos.

Alguna vez escribí sobre el "buen jefe". ¡Qué bonito el haber tenido uno! Y que terrible sería lo contrario…

Cuando tu trabajo depende de alguien incapacitado para hacer el suyo, seguramente vulnerará alguno de los principios básicos. Desmotivar a tus empleados es lo contrario a seguir el correcto guión. Soy de los que piensan que la motivación de cada uno la debe sustentar el mismo, pero los  que te rodean, si tu buen quehacer depende de ellos, tienen la obligación explicita por contrato de ascendencia de apoyarla y mantener la llama que uno mismo ha encendido. Criticar al que tienes por debajo es otro gran error de guión. Va en contra de una de las grandes “Cs”, la confianza, ese factor que lo cambia todo y acerca a la lealtad. Algunos nunca disfrutaran de esa palabra.