Hacer buen marketing no debe estar reñido con un coste bajo.
Pero es cierto que determinadas acciones nos exigirán un esfuerzo económico que
no debe ser negociado. Ofrecer calidad y dar respuesta debe ser siempre nuestra
máxima. Pero no hay que unir necesariamente esto a una gran inversión. El
ingenio y nuestro saber hacer debe ser nuestra mejor arma. Ver aquello que
otros no ven o verlo antes.
Las acciones deben tener miras largoplacistas, que
justificarán inversiones a lo mejor a
primera vista injustificables. Para hacer bien las cosas deberemos muchas veces
ir más allá de lo obvio.
Debemos evitar acciones que supongan un despilfarro sin
fruto compensatorio posterior claro y que nos lastren la posibilidad de
invertir en lo necesario. Muchas empresas están cayendo en la actualidad al son
que marca unos costes innecesarios y absurdos que han actuado como lastre de su
posible crecimiento.
Aspirar a crecer y ser grande requiere de inversiones, pero
estas deben ser meditadas y con lógica. Creo que en temas de marketing se están
haciendo verdaderas locuras sin sentido indefendibles ante el tribunal de la
lógica.
Otro error también bastante frecuente es agredir al
consumidor y luego esperar algo de él. Hay acciones sencillas y poco costosas
aparentemente que invitan a ser llevadas a cabo, pero que menoscaban nuestra
imagen y condicionan el futuro. Persuadir es convencer para vencer. Invadir es
atacar para obligar a salir huyendo. No espantemos a nuestros clientes por
falta de ingenio. Atraerles puede resultar sencillo y es un reto. Repescarles
suele ser complejo y en ocasiones supone una victoria pírrica.
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