A nadie le resulta extraño pagar por algo lo que vale, aunque esto no es algo que siempre ocurre. Pagar a un trabajador en base a su nivel de productividad, de tal forma que se le de un sueldo acorde con su rendimiento, es algo instaurado en nuestros pensamientos.
Marx hablaba de cómo la explotación de la burguesía sobre el proletariado se basaba precisamente en la divergencia entre lo que se le daba al trabajador y el valor de lo que este producía. A esta diferencia la llamaba plusvalía.
Bueno, pues aunque puede parecer extraño, hay una teoría que se basa en la divergencia opuesta: que sea el trabajador el que reciba un precio superior a su trabajo. Es la “teoría de los salarios de eficiencia”.
Como el trabajador puede pretender igualar lo que se le da con lo que da, ¿por qué no intentar igualar al alza en vez de igualar a la baja? Es decir, le damos más de lo que vale en espera de que el trabajador algún día nos de algo del mismo valor que lo que le entregamos.
Además, es más fácil así conseguir que el trabajador valore lo que tiene y luche por no perderlo. Con todo esto tal vez consigamos sacar lo mejor de nuestros trabajadores.
Señores empresarios, huyan de la tacañería, que tal vez y por imitación, los trabajadores también lo hagan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario