Thomas Hobbes vs. Adam Smith
“El hombre es como un lobo para el hombre” y no le faltaba razón a Hobbes.
Adam Smith hablaba de cómo los intereses egoístas individuales guiaban a la sociedad a un beneficio común. Su famosa “mano invisible”. Esto puede ocurrir en la Economía… ¿ocurre?, pero habría que plantearse y dudar si realmente ocurre en otros aspectos de la vida (e insisto, ¿en la Economía?). La unión de objetivos puede generar sinergias. Pensemos en una empresa o en un equipo deportivo. La colaboración y cooperación pueden llevar a la consecución de objetivos para el grupo, a la vez que se consigue dar respuesta a objetivos individuales. Pero esto no es siempre así. A veces, con frecuencia, prevalecen los objetivos individuales, aunque los intentemos esconder y tapar, y los resultados del colectivo quedan en entre dicho.
Todos solemos tener claro lo que debemos decir, ahora bien, ¿nuestras acciones acompañan a nuestras palabras? Ahí es donde suele radicar el problema. Surge la necesidad de un ente que marque las pautas del grupo e incluso sea responsable de sancionar el incumplimiento de las obligaciones individuales adquiridas en ese contrato a veces tácito de compromiso de pertenencia a un grupo. A ese ente le podemos llamar Estado (¡viva la vuelta de Keynes!) en Economía, director general en la empresa, entrenador en un equipo deportivo o padre/madre en una familia. O, si quieres, llámalo Leviatán como hizo ya antes Hobbes.
Estaríamos hablando entonces de un monstruo que nos protege de otro monstruo más terrible (“la guerra civil”, el enfrentamiento, la falta de entendimiento…). De un monstruo necesario ante el monstruo innecesario pero constatable que saca nuestras debilidades a la luz. Continuamente aparece la bifurcación en el camino que nos desvía del objetivo marcado por el colectivo. El cómo reaccionamos ante este hecho, marca el resultado de nuestra vida.
Hobbes encuentra tres razones de la pelea entre individuos: la competición, la inseguridad (desconfianza) y la gloria. Estos tres motivos los podemos encontrar continuamente como movilizadores de acciones en los trabajadores de una empresa o en los miembros de un equipo deportivo. Hobbes hablaba de ese monstruo (Leviatán – Estado) que pusiera límite “al amor propio de cada uno así mismo”, que nos lleva a creernos merecedores de todos los parabienes y que claro, coloca en posición de enemigo a aquel que aspira a lo que nosotros entendemos como nuestro. Se hace necesaria pues la aparición de alguien que nos ponga firme y atenúe nuestros egoísmos, en la empresa, en el deporte (entrenador democrático vs. entrenador autocrático, Sr. Smith vs. Sr. Hobbes…buen debate), en la vida...
Con lo cual, pretender que nuestros egoísmos nos lleven al bien para otros, cuando estamos muchas veces en disputa/competencia por lo mismo, es algo cuanto menos arriesgado (perdónenos, señor Smith). En multitud de ocasiones basta con que alguien (¡ya estamos refiriéndonos a ese monstruo!) haga un planteamiento inicial de objetivos compatibles y desaparezca…Otras muchas veces, porque se quede velando por la consecución de esos objetivos. En otras tantas, porque vaya dando las pautas para la interacción exitosa a lo largo de todo el proceso.
Claro, que en la situación económica actual, a pesar de todo, algunos se empeñaran en decir que el capitalismo existe, cuando los gobiernos actuales se han empeñado en hacer de auténticos monstruos y eliminar el capitalismo puro…en pos de la defensa de intereses particulares, pues en un capitalismo puro algunos de los que hoy se enriquecen se deberían morir de hambre, mientras que algunos de los que luchan por no morirse de hambre a lo mejor podrían salir airosos si las verdaderas normas las marcara libremente el mercado…¡utopía!.
Cuando la mano invisible se hace visible hay que ponerle nombre y deben salir a la luz claramente las reglas del juego, pues sino se corren más riesgos que los que la no intervención provocaría.
La historia muestra a Hobbes como uno de los enemigos de las ideas liberales, pero amigos lectores, aunque os parezca extraño, también le muestra como un personaje influyente en las ideas liberales de Adam Smith…
Adam Smith o Thomas Hobbes, ¿o nos quedamos con los dos?
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