jueves, 6 de agosto de 2009

Reflexiones sobre la pasión

El artículo de Antonio Mingarro me hizo reflexionar...y este es el resultado.

SER PROFESIONAL...MENOS EN EL SUELDO

Cuando la pasión está de por medio la profesionalidad no está en juego. Es curioso ver como generalmente no caben dudas cuando el que desarrolla una determinada actividad es alguien que lo hace no por la recompensa económica unida a ella, sino por otros motivos, generalmente más altruistas.

Podríamos llegar a pensar de un modo emocional que cualquier compromiso debería ser remunerado en función de su nivel, pero nos parezca bien o mal, eso no es así. Vivimos en el mundo de la eficiencia, pero también de la rentabilidad. Cuan rentable eres para tu negocio marca cual es la contraprestación que recibes a cambio. Ese “tanto generas, tanto te doy”, tal vez por estética (¡y más cosas!) debería ser sustituido (o, nos gustaría que fuera) por un “tanto das, tanto te devuelvo”. Sabemos que no es así. Equilibrio rentable, pero desequilibrio de esfuerzos es lo que marca el guión. Habitualmente, tu empresa te remunerará en función de los ingresos que la generes, pero no lo hará en función del esfuerzo que desarrolles.

Cuando lo que doy es mucho y no espera una recompensa económica, está claro que es dado por algo más “limpio” y requiere algo a cambio. En ocasiones reconocimiento es suficiente. Otras, satisfacción personal. ¿Otras? Quiero pensar que si haces algo es por que te compensa su realización, aunque a simple vista no se perciba, pues sino no lo harías…

La exigencia por realizar tu desempeño de una forma estrictamente profesional, con independencia de cual sea la actividad que desarrollas y la recompensa material que recibes, debería ser algo incuestionable, irrenunciable. La exigencia por remunerar dicho compromiso en base a su nivel sería algo bonito, amable. En cualquier caso, aunque esto no sea así, el ser profesional en tu profesión, independientemente de la recompensa, es algo que aunque no llene tu bolsillo, debería llenar tu orgullo y tu satisfacción y que a buen seguro encontrará además otro tipo de recompensas. Y sino, busca otra actividad que lo haga…


Pero lo que las empresas no saben y si lo saben (que deberían) lo disimulan, es el enorme coste que tiene la pérdida de pasión de sus trabajadores, así como la pérdida de un trabajador apasionado por su trabajo que se va a otra empresa. Suelen darse cuenta cuando pierden lo que tenían. Y, claro está, como se suele decir “al final, siempre queremos lo que no tenemos”.

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